Las cookies nacieron con el propósito de facilitar la experiencia del usuario, almacenando y recuperando información mientras navega por la red. Fundamentalmente, se emplean para recordar accesos y conocer los hábitos de navegación, pero para ello hacen uso de datos personales que podrían afectar a su privacidad. Están presentes en todo tipo de páginas web y no siempre es fácil elegir lo que queremos compartir.
Todas las empresas que prestan servicios digitales utilizan los datos que ceden los consumidores para varios fines. La directora de adquisición online de Panda Security, Mathilde Hardy, explica que «el principal objetivo es mejorar la experiencia de usuario en la navegación y ofrecer nuevos productos o servicios. Pero también podemos usar esos datos para impactar ciertas audiencias y realizar una publicidad digital más personalizada». Esa información constituye también la razón de ser de empresas que ofrecen servicios gratis a cambio de los datos que obtienen de ellos, como pueden ser Spotify e Instagram. «El problema o el riesgo de estos datos no es tanto el uso que hagan de ellos, sino el posible uso que puedan darle a esos datos personas que no deberían tener acceso a ellos», afirma Hardy.
Precisamente, la abogada Ana Caballero, vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital, identifica el peligro en el momento en que el usuario pierde el control de sus datos personales: «Me estoy refiriendo, por ejemplo, a las cookies de publicidad comportamental, que almacenan información de hábitos de navegación en internet para