La economista y profesora de Harvard Claudia Goldin quería hablar de las mujeres con formación superior para poner de relieve que ni son un fenómeno del presente ni han dejado de evolucionar en volumen, influencia y diversidad durante muchísimas décadas. No solo han cambiado las circunstancias, también han cambiado las mujeres.
Pero Goldin no las escogía solo por su educación, sino porque eran las mejor posicionadas para desarrollar una carrera profesional. Y una carrera, como advierte la autora de Career & Family (2021), no es lo mismo que un trabajo, porque moldea nuestra identidad y exige un compromiso a largo plazo con una planificación llena de hitos y graves renuncias personales. Todo eso había que compatibilizarlo, muchas veces, con la gestión de las tareas domésticas. Había supermujeres antes de las supermujeres.
Una aventura de estas características exigió a Goldin centrarse en algún país, y eligió Estados Unidos, una sociedad enorme en la que podía acceder a datos de millones de mujeres universitarias con sólidas carreras profesionales desde los albores del siglo xx. Y esos millones de mujeres, si quería hacer honor a la diversidad de sus perfiles y sacrificios, había que dividirlos en generaciones.
¿Renuncia a la maternidad?
Las universitarias que nacieron entre 1878 y 1897 lo tuvieron realmente difícil para compatibilizar las