e él dijo Cézanne, tal vez con cierta envidia sana: “Monet solo es un ojo…, pero ¡qué ojo, por Dios!”. La paradoja es que ese ojo estaba prácticamente ciego cuando Claude Monet pintó algunas de sus obras más emblemáticas. Las cataratas empezaron a velar su mirada en 1912, entre cuatro y siete años antes de pintar los nenúfares que abren este artículo. En 1922, le quedaba apenas un diez por ciento de visión en el ojo izquierdo, mientras que el derecho únicamente captaba el movimiento. Dejó de percibir la profundidad y acabó inmerso en un mundo en dos dimensiones, de apariencia desteñida. “Los rojos me parecían turbios”, se lamentó. Incluso después de la cirugía que le extirpó los cristalinos opacos, tuvo que llevar durante un tiempo unas gafas tintadas de amarillo, para filtrar el exceso de azul que
PINTAR LO INVISIBLE A LOS OJOS
Dec 13, 2023
5 minutos
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