Mientras yo viva, ni un solo Cézanne entrará en el museo Granet”. Así de tajante se mostró Henri Pontier, escultor local y conservador del principal museo de Aix-en-Provence entre 1892 y 1925. Su juramento resultó tan miope como profético. Hoy, la casa familiar y el último taller de Cézanne son dos de los principales reclamos turísticos de la ciudad natal del artista. Sin embargo, un siglo después, los fondos del museo Granet siguen siendo parcos en su obra: tan solo diez cuadros, adquiridos entre 1953 y 2011. Fue necesario esperar hasta 2017 para ver una retrospectiva del artista en la localidad que lo vio pintar durante más de cuarenta años.
El rechazo acompañó a Cézanne