ntre los estudios de cómo la magia y la brujería permean las sociedades modernas, sobre todo en los países africanos, destacan los trabajos de Peter Geschiere sobre la brujería en (2013), identifica un factor persistente en la brujería: las acusaciones y las vulnerabilidades tienen lugar con frecuencia en el ámbito de las relaciones íntimas, entre personas estrechamente conectadas a través del hogar y la familia. En relación con este trabajo, Pamela Moro señala que «numerosos antropólogos posteriores al 2000 están de acuerdo con Geschiere en que la brujería, la hechicería y la magia son partes cruciales de la modernidad y rechazan las afirmaciones de que la magia está anticuada. Por ejemplo, estos estudios han documentado la brujería tal como se ha reconfigurado en relación con el Estado, la educación, las iglesias y las instituciones financieras globales. En unos pocos casos, los antropólogos contemporáneos han reconceptualizado considerablemente la magia, partiendo de definiciones convencionales para entender la magia como un componente del capitalismo, el transnacionalismo y el liderazgo estatal». Otro antropólogo destacado en este campo es el australiano Michael T. Taussig. En su obra (Siglo XXI, 2016) investigaba los poderes del Estado moderno y del capital global como formas de práctica mágica. Expertos como los citados han ampliado el término «magia» de nuevas maneras y cuestionado los modos típicos de representación etnográfica. A todas luces, la magia, bajo diferentes disfraces, sigue viva en nuestras sociedades.
