Síndrome de colon irritable. El diagnóstico dejó a la deriva a Julia tras un par de años con malestares gástricos. Sólo le recetaron antidepresivos para tratar su bajón anímico, sin descartar antes otras causas. La misma valoración clínica le dieron a Lucía, que llevaba tiempo sin tolerar las legumbres, se inflaba como un globo cuando tomaba fruta y, encima, iba perdiendo peso. Tatiana arrastraba desde hacía décadas problemas digestivos, hinchazón abdominal, diarreas y gases. Tras visitar varios médicos, todas las pruebas salían negativas, así que continuaba sin tratamiento. Son testimonios reales, entre los miles que circulan en TikTok e Instagram de personas que, en realidad, padecían SIBO, una patología compleja, trending topic en redes, pero a la que a menudo cuesta llegar.
Microorganismos okupas no bienvenidos
En algunas consultas, al SIBO se le hace. Con frecuencia, la enfermedad se ignora en los protocolos médicos por falta de profesionales actualizados en su diagnóstico y tratamiento. Sin embargo, esta condición clínica ha existido toda la vida. El término SIBO corresponde a las siglas de su nombre en inglés, , que implica un sobrecrecimiento de ciertos grupos de microorganismos de la microbiota intestinal en el intestino delgado. «En una cantidad menor, los microbios responsables del SIBO forman parte del ecosistema intestinal natural, pero es el crecimiento por encima de su rango de normalidad lo que los convierte en , ya que los metabolitos o sustancias que producen pueden ser muy proinflamatorios e incluso algo tóxicos, rompiendo el equilibrio y homeostasis del medio intestinal», explica la doctora Mª Dolores de la Puerta, cirujana especializada en microbiota y autora de (ed. Harper Collins). Recuerda que una microbiota en condiciones significa salud con mayúsculas. Y es que las bacterias conectan con la actividad de todos los órganos y tejidos de nuestro cuerpo, para bien o para mal.