Las implicaciones ocultistas de la Alemania Nazi resultan en todo punto fascinantes. Hoy en día, un creciente número de historiadores prestan una mayor atención a este mundo de creencias mágicas y esotéricas que inspiraron, o al menos apuntalaron argumentalmente, algunas de las más atroces políticas del reino del terror hitleriano.
Pero durante décadas no fue así. Quizá por complejos, o quién sabe si por una ponderación a la baja del peso o influencia que tales contenidos pudieron tener, fueron sacados de la ecuación nazi factores que hoy pocos dudan en calificar como determinantes. Nos referimos a la poderosa simbología y escenografía nacionalsocialista, la historia ficción que promovieron para legitimarse como hijos de los dioses arios, o las sociedades secretas ariosóficas en la que “iluminados” de toda condición diseñaron rituales y jerarquías ocultistas que buscaban trazar alianzas con lo invisible.
No en vano, el nazismo fue muchas cosas, entre ellas una religión, y a su vez Hitler respondió también a diversidad de perfiles, entre ellos el de “iluminado”, mesías y poseso. De todo ello hemos tenido la oportunidad de ocuparnos con profusión en el reciente libro Magia, Ocultismo y Sociedades Secretas en el Tercer Reich (Almuzara 2020).
SOCIEDADES SECRETAS
Desde nuestro punto de vista en eldose en su mayoría por un acuciado sentimiento nacionalista. Tienen en común una visión romántica y épica del pasado germano, y sin pretender simplificarlo en exceso, también ensalzaban el modo de vida rural, en contacto con la naturaleza, los oficios artesanos y los valores tradicionales y familiares.