Fred Alan Wolf, doctor en física cuántica, afirma que “no existe una realidad absoluta, última. No puede existir, pues la ‘realidad’ la debe percibir cada persona, y la percepción siempre resulta afectada por lo que pone en juego cada persona en el acto de la percepción”. Surge entonces una pregunta: ¿Es real lo que vemos o solo se trata de una ilusión? Es indiscutible que muchas de las cosas que vemos son creaciones de la mente. El neurólogo Francisco J. Rubia nos aclara que “las llamadas ilusiones ópticas son numerosas y nos están diciendo a gritos que el cerebro ve lo que quiere ver, por lo que somos incapaces de captar lo que solemos llamar ‘la realidad’”. Por eso, la realidad que el cerebro construye no es la realidad exterior, sino una simulación que lleva, además, la impronta que el propio cerebro le ha impuesto y que, por tanto, no es un reflejo fiel de esa realidad exterior.
Hace mucho tiempo que los científicos comenzaron a cuestionar qué entendemos por realidad. El físico teórico Paul Davies se preguntaba: “¿Podemos estar completamente seguros de que el ‘mundo de los sueños’ es ilusorio y el ‘mundo del despertar’ es real? ¿No podría ser a la inversa, o que ambos fueran reales, o ninguno de los dos? ¿Qué criterio de realidad utilizamos para decidirlo?”. Para el filósofo Immanuel Kant, lo que concuerda con las condiciones materiales de la experiencia es real. “El postulado para el conocimiento de la realidad exige una percepción; por consiguiente, una sensación acompañada de conciencia del objeto mismo cuya existencia ha de conocerse, pero es preciso también que este objeto concuerde con alguna percepción real según las analogías de la experiencia, las que manifiestan todo enlace real en la experiencia posible”, adujo. Albert Einstein, por su parte, aseguraba que nuestras observaciones desvelan la realidad que existe ya (consideraba que existe un mundo exterior a la conciencia), mientras que Niels Bohr manifestaba que nuestras observaciones crean esa realidad (sostenía que no es posible alcanzar la “realidad objetiva”). Aquí entraríamos a discutir, entre otras cuestiones, si la realidad es concreta o ambigua, si puede equipararse con la existencia y qué posibles diferencias existirían entre realidad subjetiva, objetiva, lógica, esencial, cognoscitiva, etc.
Sea como fuere, y dejando a un lado las disquisiciones metafísicas u ontológicas que plantea tal cuestión –sin duda, es uno de los problemas filosóficos por excelencia que se remonta al filósofo –, es evidente y del físico sobre lo que desde hace varias décadas se conoce como el modelo holográfico. se preguntaba . Dicha teoría afirma que nuestros cerebros construyen matemáticamente la realidad “concreta” al interpretar frecuencias de otra dimensión, una esfera de realidad primaria significativa, pautada, que trasciende el espacio y el tiempo. El cerebro sería, pues, un holograma que interpreta un universo holográfico.
