l Imperio bizantino no solo fue el escenario para obras artísticas tan colosales como la basílica de Santa Sofía. Existía un lado menos amable, presente cada vez que se destituía a un emperador. La costumbre, en ese caso, era cegar al monarca caído. Irene de Atenas (c. 750-802), la primera mujer en ser emperatriz por derecho propio, llevó esta práctica tan lejos que no dudó en aplicarla a su propio hijo. Irene llegó a Constantinopla muy joven, en 769, tras ser elegida para casarse con León IV por motivos que no conocemos bien, aunque podemos suponer que debieron de tener alguna relación con su pertenencia a la aristocrática familia Sarandapequis. Este linaje, en aquellos momentos, controlaba una amplia porción de la Grecia central. ¿Acaso necesitaba la familia imperial contar con un aliado?
TODO POR REINAR
Oct 18, 2023
5 minutos
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