Científicos y organismos internacionales —como el Panel de Expertos en Cambio Climático de la ONU, la OMS o la FAO— aconsejan una alimentación vegetal para proteger la salud y reducir los gases de efecto invernadero (GEI). Se incluye en iniciativas de política alimentaria: EAT-Lancet Planetary Health Diet, el Pacto Verde Europeo o la Estrategia De la Granja a la Mesa, que ven necesario capacitar a los consumidores para facilitar sus elecciones. «Además promueve el respeto hacia los animales y evita su explotación», dice Javier Moreno de la ONG Igualdad animal.
La producción cárnica es el 14,5 % de emisiones GEI, casi el 60 % de la producción alimentaria, el doble que los vegetales. Exige más tierra, agua, piensos u otros insumos.
bautizó el 2019 como «El año del veganismo», y el vegetarianismo también está en auge. Su crecimiento es la mayor disrupción en el sector alimentario en medio siglo. El Informe del mercado global de alimentos vegetales apunta que será unos 18 000 millones de dólares en 2023, Bloomberg Intelligence estima 160 000 millones de dólares en 2030. El de carne vegetal pasó de 3600 millones en 2020, a 4200 millones en 2021, según MarketsandMarkets. Y Good Food Institute indica que para 2030 la carne de laboratorio será competitiva respecto a la real. Un jugoso negocio que atrae a multinacionales, millonarios y. ¿Pero siempre es mejor para el planeta y la salud? Reducir su sostenibilidad a «vegetal–bueno,