Las siluetas de uno de los sistemas de escritura más antiguos del mundo –buitres y búhos, ojos y pies, serpientes de medios círculos– estaban grabadas en piedra caliza, en columnas ordenadas. Motas de un pigmento azul brillante, un ornamento valorado en el Reino Antiguo, aún cubren las grietas de los jeroglíficos.
El símbolo que busco se parece a un tazón con una línea horizontal debajo del borde, como si estuviera lleno de agua. La antecámara oscura está alumbrada con luces fluorescentes en el piso que arrojan sombras en los textos. Mientras tanto, turistas y guías pasean por el lugar. Hileras de estrellas de cinco puntos talladas cubren el techo abovedado.
La egiptóloga Victoria Almansa-Villatoro recorre los jeroglíficos con dos dedos extendidos. Académica de textos del Reino Antiguo con la Harvard Society of Fellows, Almansa-Villatoro accedió a mostrarme las tumbas de Saqqara, a unos 25 kilómetros al sur de El Cairo.
La cámara sepulcral perteneció a Unis, último faraón de la V dinastía durante el siglo XXIV a.C. El objetivo de los pasajes en los muros, que los egiptólogos denominan conjuros, era guiar el cadáver del rey frente a los peligros de ultratumba. Son los escritos funerarios más antiguos, los cuales, en conjunto, se conocen como Textos de las Pirámides.
Los dedos de Almansa-Villatoro se detienen en una columna con símbolos junto al pasillo que conduce al sarcófago de Unis. “Es este”, murmura emocionada y señala la marca en forma de U.
La investigación de Almansa-Villatoro sugiere que el símbolo se empleaba para referirse al hierro. Resulta extraordinario que los egipcios escribieran sobre él en esa época, pues faltaban unos mil años para que los seres humanos aprendieran a fundirlo de manera fiable. No obstante, había otra fuente para el metal: los meteoritos.
En el curso de la última década, estudios de artefactos han confirmado que algunas civilizaciones emplearon el hierro de meteoritos para crear objetos antes de que hubieran desarrollado el hierro fundido. En un cementerio junto al Nilo llamado Gerzeh, que data de hace unos 5 200 años, arqueólogos descubrieron nueve cuentas