Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor, ese era el nombre de nuestro protagonista, aunque pasaría a la historia con el sobrenombre por el que es más conocido actualmente, el Papa Luna. Nació en la localidad zaragozana de Illueca en 1328, perteneciente al noble linaje de la Casa de los Luna. Como el segundo de los hijos, siguió la carrera militar, pero pronto la abandonó para dedicarse al estudio de las Leyes en la Universidad de Montpellier y seguir la carrera eclesiástica, convirtiéndose muy pronto en un hábil canonista y fiel defensor del poder papal.
El 1375, y siendo todavía diácono, el papa aviñonés Gregorio XI le nombró cardenal y, de este modo, pasó a ser uno de los personajes más cercanos al pontífice. Tan solo tres años después, moriría Gregorio XI y Pedro Martínez de Luna participó como cardenal en el cónclave que elegiría a nuevo papa, Urbano VI (1378-1389), y, al mismo tiempo, jugó un papel importante en el conocido Cisma de Occidente. Y es que el comportamiento a menudo intransigente de Urbano VI hacia el estilo de vida opulento de los cardenales hizo que muchos se plantearan si la salud mental del nuevo pontífice era la adecuada para ocupar el cargo. Así, un grupo de cardenales —entre los que se encontraba el propio Pedro Martínez de Luna—abandonaron Roma y eligieron un nuevo papa que adoptó el nombre de Clemente VII (1378-1394) y que se instaló de nuevo en Aviñón. A partir de este momento, Pedro Martínez de Luna