Agustín Muñoz Grandes encarnaba a la perfección la personalidad patriótica, leal con sus tropas y viril que ensalzaba sin rubor el franquismo recién salido de la Guerra Civil. Bien se manifiesta ese carácter en una anécdota que describe Juan Eslava Galán en su libro Los años del miedo. Pongámonos en antecedentes: 17 de julio de 1941. La primera expedición de la División Azul llega a la base militar alemana de Grafenwöhr. Allí, los voluntarios españoles van a recibir un mes de instrucción militar a la espera de partir al frente soviético. Durante esos primeros días de entrenamiento, la actitud de los divisionarios enoja a los instructores nazis y los mandamases del campo no tardan en hacérselo saber a Muñoz Grandes.
Cuenta Eslava Galán que un día cualquiera de esa instrucción, el responsable de la División Azul recorre el campo de entrenamiento con varios generales alemanes. «Uno de ellos hace notar al español que sus compatriotas permanecen con las manos en los bolsillos en lugar de cuadrarse y saludar reglamentariamente», describe el escritor. La respuesta de Muñoz Grandes ante el reproche contra sus soldados es tajante: «Es que tienen que sujetarse los cojones, que les pesan mucho».
En realidad, es imposible saber si Muñoz Grandes respondió de tal manera a los generales nazis. Pero parece ser que la anécdota, fuese o no cierta, circuló por España en los primeros años 40. El general madrileño contaba ya por aquel entonces con una larga carrera militar y una imagen ardorosa que casaba bien con la percepción que quería ofrecer el tambaleante régimen que acababa de salir de la Guerra Civil.
UN MILITAR OMNIPRESENTE
Lo cierto es que la figura de