os franceses lo llaman el . El arte del buen comer. Todo un ritual para glotones. Tablas de quesos, vino, pescados, mariscos, carnes, grandes ensaladas, postres, licores… Y es que comer nunca ha sido sólo comer. Desde tiempos inmemorables el ser humano de los chefs estrella, el tren de cadenas de comida rápida y la estandarización de la comida bio, en las redes sociales se ha impuesto un rigorismo de dietas bajas en carbohidratos, nutricionistas y ayunos intermitentes que convive tranquilamente con el y las retransmisiones voyeurísticas de grandes atracones. Anorexia, vigorexia, bulimia, zampar puede ser el campo de un sinfín de males. Como señalaba Brillat-Savarin, la digestión es de todas las operaciones corporales aquella que más influye sobre el estado moral del individuo. Sin que podamos sospecharlo, la digestión nos deja tristes, felices, taciturnos, malhumorados, melancólicos. Entre la boca del estómago y los intestinos hay algo más que órganos y jugos gástricos. Hace poco se descubrió que contamos con una extensa red neuronal repartida por nuestro tubo digestivo. A barriga llena, corazón contento.
