DEPORTES
La Selección Mexicana salió en busca de un milagro para medirse a Japón en las semifinales del Clásico Mundial de Beisbol (WBC) porque sólo de esa manera podía vencer al país más ganador en este deporte, por más que el mánager Benjamín Gil les haya dicho a sus jugadores que enfrentarían a unos “humanos” tan de carne y hueso como cualquier otro equipo plagado de estrellas.
La selección de beisbol de Japón parece no ser de este planeta, según su palmarés: ya había ganado dos veces el WBC (2006 y 2009), había alcanzado cuatro veces la semifinal y obtenido un tercero y un cuarto lugar. También es el actual campeón olímpico porque, en su casa, Tokyo, los samuráis vencieron a Estados Unidos y se colgaron el oro por primera vez en una justa veraniega (2021). Y por si algo faltara, en el Premier 12, el torneo preolímpico que se realizó en 2019, le ganó a su odiado rival, Corea del Sur, en la disputa por la presea dorada.
Los japoneses no jugaron con un roster plagado de estrellas de las Grandes Ligas como sí lo hicieron Estados Unidos –a quien le arrancó una victoria épica– y el propio México que en sus filas presumió a 24 peloteros que juegan en el mejor beisbol del mundo. Sólo cuatro de sus integrantes están en uno de los clubes de la Major League Baseball (MLB).
Pero Japón tuvo a un fuera de serie llamado Shohei Ohtani, que para abreviar su fantásticaquien ya se le conoce como el y como el mejor y más completo pelotero de la historia de este deporte, fue el villano –o el héroe, según los ojos con los que se mire– que cerró con un ponche a Mike Trout frente a Estados Unidos en la final, salvó ese juego lanzando rectas de más de 100 millas por hora y un slider a 87 millas con un rompimiento horizontal tan extremo que ya fue rebautizado como .