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Pepe Solla vive con pasión tres cosas. En primer lugar, la cocina, su profesión, con una estrella Michelin sobre la mesa. En segundo, el mar –basta con echar un vistazo dirigida por el chef y con la presencia de otros cocineros, como Diego Guerrero en la pasada edición, reúne las tradiciones atlánticas y mediterráneas en un formato desenfadado. «Pasas tres días en un lugar paradisíaco para disfrutar de dos de las cosas que más nos pueden gustar: escuchar o ver música en vivo y comer. Además, todo ello con una finalidad ecológica, proteger la Posidonia, esa alga que cubre el suelo marino y da ese color tan especial al mar. Durante mucho tiempo no hemos sido conscientes de que vivimos en un entorno frágil, finito y que está en peligro. En la cocina tenemos que ser responsables, porque es algo que se centra en el producto y cómo conseguirlo», dice. Y finaliza con las semejanzas entre música y cocina: «Los grupos siempre han buscado en sus giras buenos sitios donde parar a comer. Además, a muchos también les apasiona cocinar: Uri, el batería de Love of Lesbian, es un cocinero tremendo; también el guitarrista, Julián, o Iván Ferreiro, es increíble. Los tiempos han cambiado».