Que la música tiene la capacidad de emocionar e interactuar con el estado de ánimo no es ninguna novedad. Para muestra, tenemos nuestra propia experiencia. ¿Quién no se ha pegado una buena llorera con alguna canción de Adele para superar una ruptura amorosa? Del mismo modo que tiramos de bandas sonoras lacrimógenas para conectar con la tristeza, también recurrimos a la música como fuente de energía para levantar nuestro o motivarnos. Como cuando no te apetece demasiado quedar pero pones tu favorita para empezar a arreglarte y… ¡magia! De repente, lo único que quieres hacer es salir de fiesta. Algo muy parecido sucede con el deporte: la liberación de endorfinas que genera nos hace sentir mejor, y de hecho, se ha demostrado que practicar ejercicio de forma regular es una poderosa herramienta para combatir el estrés y la ansiedad.
