Empezó ayudando en casa cuando era un mocoso. Sus padres tenían unos ultramarinos y puestos en el mercado. A los 16 años ya tenía su propia tienda. Lo sabe todo del jamón y hablar con él es como hacer un máster detrás de otro sobre el mundo de los ibéricos y del comercio. Presume de ser un tendero de barrio y de ser el que más sabe del jamón. Factura 84 millones anuales, tiene ya 119 tiendas (95 en España) y un gran plan de expansión a partir de desarrollar varias estrategias simultáneas. Primero tuvo sólo tiendas; después pasaron a barras con degustación; luego tiendas foodies vinculadas a productos españoles como el aceite y restaurantes en varios países, entre otras experiencias. Ahora apuesta por espacios donde el jamón siga siendo el rey pero también lo sea el mundo del cerdo ibérico y se abre por primera vez a la cocina. También inicia un nuevo concepto de tienda/vending/online. Además, ha llegado a acuerdos para operar espacios gastronómicos en hoteles y apartamentos turísticos diseñados para servicios Food&Beberage; además, con 14 marcas diferentes desarrollará acuerdos de cobranding. La mente hiperactiva de Enrique Tomás no para.
Cada día pasan por sus manos 1.700 jamones y espera que entre este año y el próximo alcancen los 3.000. La empresa tiene su sede en Badalona, ciudad en la que nació Tomás. Está en un edificio de 7.000 metros cuadrados, inaugurado en 2020 que permite tener 60.000 piezas a la vez (en los distintos estados de producción) y una bodega con 15.000. Este año invertirán 3 millones de euros para el desarrollo de nuevos productos y optimizar la producción. Al entrar en la recepción, el aroma del jamón de sus bodegas sorprende. La sede de Enrique Tomás, huele a jamón.
El primer salto al exterior lo dio en 2014 abiendo una tienda en