El canadiense James Francis Cameron, cuya fortuna personal se valora en torno a los 700 millones de dólares (la quinta mayor fortuna entre los directores de cine del momento), vuelve a la arena de la guerra por dominar la taquilla en la que no ha estado presente desde que en 2009 estrenara Avatar, la película que batió todos los récords, desde el de película más cara de la historia del cine hasta el de película más taquillera de las producidas hasta el momento. Tras dominar en esa parcela sin competencia entre 2009 y 2019 fue momentáneamente destronada por Vengadores: Endgame en julio de ese último año, pero su astuto reestreno en cines de China le devolvió la corona en marzo de 2021, y su nuevo reestreno el pasado mes de septiembre de este mismo año, a modo de prólogo de la llegada a la cartelera de la secuela, han incrementado esa ventaja hasta situarla en los 2850 millones de dólares de recaudación, más cerca que ninguna otra producción de poder convertirse en la primera película que alcanza los 3000 millones de dólares.
Pero la pregunta que se hace el propio Cameron es si su reencuentro con el, como ya consiguió con redefinir ese mercado y dar lugar a cambios que insuflen algo de aire novedoso al estancamiento de propuestas audiovisuales de superproducciones que viene observándose en el territorio del ? ¿Destronará la ciencia ficción de Cameron a las franquicias de superhéroes como opción dominante en la cartelera? ¿Habrá cambiado algo en el estilo que ha marcado la trayectoria del director como abanderado del cine espectacular y el avance tecnológico en los efectos visuales?