James Cameron confirmó en esta película su reinado como uno de los mayores y mejores fabulistas de la ciencia ficción que ha dado el cine en las últimas décadas, sin duda, en el campo de lo visual. Y empleo el término fabulista precisamente para señalar esa capacidad para crear universos complejos visualmente, aunque siempre sea la sencillez, a veces incluso simplicidad, de la creación de personajes el talón de Aquiles del director.
A pocos espectadores se les escapa que James Cameron suele estar más interesado, y muy eficazmente interesado, dicho sea de paso, en crear el mundo en el que van a transcurrir sus historias, ya sea un futuro postapocalíptico en el que las el futuro dominado por las grandes corporaciones y los viajes por un espacio profundo y oscuro habitado por los monstruos en , o las profundidades más remotas del mar en nuestro propio planeta en , por no hablar de ese viaje en el tiempo hacia un pasado que ya no existe que nos situó como espectadores viajando en una impresionante réplica del Titanic, que en desarrollar en profundidad sus personajes. Precisamente por eso, en no se complicó mucho la vida en lo referido a la línea, o más bien anécdota, argumental, y tiró de la historia de Pocahontas, convenientemente tuneada para reconvertirla en un viaje al futuro remoto de la humanidad que ha salido a conquistar el espacio y otros planetas, añadiendo a modo de condimento un mensaje ecologista básico.