“‘LA CUARTA HOJA’ ES EL DISCO SOBRE EL MOMENTO MÁS POSITIVO DE MI VIDA”
Pablo Alborán vestido de Michael Jackson. Su chupa de cuero y sus guantes. Imitando el moon walking con el desparpajo de un crío de primaria. Porque en realidad es un crío de primaria con sus rizos dorados y su tez blanca como una luna llena en Málaga. Nada que ver con el pequeño de los Jackson Five, nacido en Indiana (EEUU) y aún orgulloso de su estirpe antes de someterse a innumerables operaciones de despigmentación. Querubín rubio sobre fondo azul de cielo mediterráneo, al compás de Billie Jean. Algo así podría ser el primer recuerdo musical de Pablo Alborán (Málaga, 1989). Al menos él así lo relata. Bueno, eso y Pablo Alborán sentado al piano de su tatarabuela, jugando a aporrearlo, oliéndolo, retirando las múltiples fotos que su madre ponía encima (“¡Cómo podíamos hacer eso con un piano!”). O Pablo Alborán en el patio de butacas del teatro Cervantes embelesado con la gaita de Carlos Núñez o la saudade en rama de Dulce Pontes. En su familia de no músicos, la vida estaba llena de canciones. Sobre todo flamenco. “Mi padre, que es arquitecto, hacía fiestas en las que tocaba la guitarra. Pero ningún miembro de la familia se dedicó a la música”. Nadie habría pensado que un hijo de Salvador y Elena terminaría siendo uno de los artistas más importantes de la historia de la música en español.