is amigos los De la Esperanza tenían una costumbre –heredada probablemente de la hospitalidad caribeña de su familia materna, de origen cubano–, que consistía el día de Nochebuena. Las puertas de la casa se abrían de par en par desde la mañana hasta bien entrada la tarde. Todo el que pasaba por allí era bienvenido. ¿Que habías madrugado y acudías temprano? Te recibían con un chocolate calentito o un café humeante y deliciosos No resultaba extraño coincidir con algún amigo del sector juvenil de la familia –recién llegado de una noche de juerga– o con alguna vieja tía solterona, que se presentaba tras la misa matinal. A la hora del aperitivo, las botellas de vino y se descorchaban sin tregua y los platos de embutidos, y quesos se multiplicaban como por arte de magia a una velocidad de vértigo. Las mismas escenas se repetían a cualquier hora de la jornada. Como se trata de una gran familia con un don de gentes arrollador, la algarabía era constante y la casa se encontraba, sin tregua, a rebosar. Antonio –el padre– siempre tenía una palabra amable, una divertida ocurrencia o un piropo que soltar. Olga –la madre–, una sonrisa permanente, un inteligente sentido del humor y un regalito sorpresa para cada uno. Gracias a ellos, relaciono la Navidad con un derroche de simpatía, buen corazón y generosidad.
Días de puertas abiertas
Nov 18, 2022
1 minuto
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos