Para Juan Villoro
A partir de la francesa, la idea de Revolución –“dar vuelta”– se volvió un horizonte político. Significó desde entonces un cambio radical de un régimen por otro mediante la violencia. Empieza, decía Jean Robert, en el pueblo, pero como el pueblo no tiene capacidad de llevar a cabo sus objetivos, lo hace una élite revolucionaria organizada que termina por traicionarlos al instaurarse en el poder. Toda Revolución que se institucionaliza desemboca en dictadura. Lo mostraron la francesa, la rusa y la última, que todavía tuvo prestigio, la sandinista.