Sentir es diametralmente opuesto a razonar
En este observar, el hombre era uno con el entorno y comprendía el movimiento del aire, del agua, del fuego y de la tierra, así como la interacción con lo húmedo, lo seco, el vapor y la condensación. Conocía de modo inherente los ciclos del agua, del fuego, de la tierra y del viento, a que órganos tonificaba cada expresión de los elementos, cual era el sabor que se asociaba a cada sistema orgánico, a cada cambio de estación, a qué órganos perjudicaba el exceso o la carencia, en qué momento del ciclo lunar debería tomar estos u aquellos frutos de la tierra, en qué dirección cardinal nos deberíamos mover para obtener la máxima fluidez con el entorno y consigo mismo según las características de cada uno. Entendió en su profundidad la interrelación holográfica de la vida, como cada hebra era parte de la trama del tejido de lo visible y lo invisible que se manifestaba en el todo.
El gran libro clásico del emperador amarillo, el Huang di Neijing tiene como núcleo la teoría or gánica y de acuerdo con ella, en el mundo exterior la actividad del organismo está relacionada con los cambios naturales de las cuatro estaciones, con los cinco puntos cardinales y con el hábitat. En el interior, esa actividad se vincula con los cinco órganos, se fundamenta el concepto de la unicidad tanto en el interior como en el exterior.