Una de las grandes diatribas del mundo del misterio en relación con el Antiguo Egipto es la cuestión de la edad de la célebre esfinge de Guiza. Datada en la dinastía IV del Reino Antiguo por la egiptología y adjudicada por una serie de descubrimientos en su entorno al faraón Jafra —Kefrén para los griegos—, los investigadores más afines a la pseudociencia le han dado más de cien vueltas para adjudicarle, sin pudor, una edad mucho mayor de la que probablemente tiene. Ahora aparece una nueva propuesta, que yo no había escuchado hasta ahora y que es tan interesante como divertida.
Hoy en día, absolutamente nadie puede negarlo: la Esfinge de Guiza tiene agujeros. Es cierto que existen en su interior cavidades. Pero están mucho más cercanas a ser pequeñas oquedades con fines aún poco esclarecidos, que grandes pasadizos subterráneos que esconden cámaras secretas que llevan a los grandes tesoros