LUCIE PEREYRE DE NONANCOURT L’art de vivre
«SI LLEGAS A UN SITIO DONDE NO CONOCES A NADIE Y TE ESPERA ALGUIEN EN LA PUERTA QUE TE SONRÊE, TODO VA A RESULTAR MUCHO MÁS CÁLIDO. LO APRENDÍ DE MI ABUELO»
La soberbia estampa del Castillo de Louvois emerge regia conforme se van abriendo las verjas de hierro de una de las fincas más hermosas de la región de Champagne. Pedigrí, belleza e historia conpara la prestigiosa Grand Siècle, joya de la corona de la legendaria casa champanera. De un modo casi hechizan-te se siente en el aire esa del siglo XVII francés, el llamado gran siglo, uno de los periodos más ricos de la historia del país vecino, del que toma el nombre este El coche avanza por el camino de gravilla entre jardines versallescos y la imaginación vuela hacia esa Francia que dictó usos y costumbres en toda Europa. La figura risueña de Lucie Pereyre de Nonancourt, en la puerta principal del castillo, nos saca de la ensoñación y pone la nota humana en este paraje de leyendas y mosqueteros. «Siempre salgo a la puerta a recibir, soy consciente de que el entorno puede impresionar. Si llegas a un sitio donde no conoces a nadie y te espera alguien en la puerta que te sonríe, todo va a resultar mucho más cálido. Lo aprendí de mi abuelo y de mi madre». Lucie pertenece a la cuarta generación de la saga propietaria de Laurent-Perrier y fue su abuelo, el legendario Bernard de Nonancourt, el que creó del que Lucie es embajadora desde hace cuatro años. «Fue mi abuelo también el que adquirió el Castillo de Louvois, en 1989, para ofrecer a nuestros invitados una inmersión en todo lo que significa nuestro más prestigioso». Ya en el interior del castillo, Lucie nos habla de su historia, naturalmente, con una copa de Laurent-Perrier en la mano. Y se remonta al siglo XIII, época de la que se conserva el foso y la bodega. Tras diferentes avatares, el castillo pasa a manos de dos hijas de Luis XV, y es en ese periodo donde se realizan los jardines de estilo versallescos y se construye la una especie de invernadero para cítricos, signo de distinción en las residencias aristocráticas en los siglos XVII y XVIII. «La estamos rehabilitando y pronto la usaremos también como espacio para recibir a nuestros invitados».
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