PESCA DE FONDO
Dice la bióloga marina Sylvia Earle que no hay verde sin azul. Bonita metáfora para sacar a flote lo más feo de los océanos, eso que suena de todo menos poético. Porque la verdad es que estamos llenando de basura los mares y olvidando que el 70% del planeta es agua y que esas gigantescas balsas que contaminamos albergan el mayor ecosistema del mundo.
De hecho, en el fondo se haya convertido en una tendencia al alza en este mercado. Como señala el doctor Juan Gavín, miembro del Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica (Gedet), de la Asociación Española de Dermatología y Venereología, debido al aumento de la demanda de nuevas moléculas de origen biológico se están explorando varios tipos de biomasas marinas para su uso en el campo de la dermocosmética: “Son los conocidos como que confieren beneficios ‘nutracéuticos’ a la piel, gracias a moléculas como diterpenos específicos, pigmentos, péptidos bioactivos y polisacáridos. Estos componentes procuran hidratación y elasticidad a nuestra piel, previenen el envejecimiento al luchar contra el estrés oxidativo y también aportan beneficios descongestivos y anticelulíticos. Además, los tensioactivos marinos tienen función antimicrobiana, antioxidante, antiinflamatoria y antienvejecimiento”.
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