CHEZ DIOR
Cultivó su delicado gusto por las artes gastronómicas, confesándose un verdadero y ofreciendo a su paladar –y al de sus comensales– solo lo mejor. de la Alta Costura: llamando a los vestidos por culinarios nombres como Caramelo, Chantilly, Pain d’épices, Bonbon… Años después y respondiendo a esta pasión, Dior presenta en el 30 de Avenue Montaigne dos excepcionales espacios diseñados por Peter Marino dedicados a los estetas y a los finos. El primero, el restaurante, cariñosamente llamado Monsieur Dior, a la batuta del prestigioso chef Jean Imbert que, junto a la experiencia de su fiel colaborador Antony Clémot, combinan la sencillez con la elegancia.Ambos cocineros se han basado en el patrimonio y la historia de la francesa para desarrollar cada menú,realizando platos clásicos de las recetas favoritas del modisto fundador. Botellas excepcionales de vinos se encuentran entre su carta, con caldos desde 1947 hasta la actualidad. En el sublime espacio, un impresionante espejo de Claudia Wieser dialoga con la obra pictórica de Guy Limone en un colosal proyecto de investigación del color. El segundo de los espacios se trata de La Pâtisserie Dior, un interludio necesario para una dulce creación. Sutilmente reinterpretada por Imbert, los pasteles franceses emblemáticos son reinventados bajo los símbolos de Dior en forma comestible y un barista selecciona los cafés más raros y diversos del planeta. Una suerte desde el desayuno hasta la hora del té para rendirse al placer.
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