AUTOPSIA AL “HIJO DE DIOS”
“Y Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló y las piedras se resquebrajaron; se abrieron los sepulcros y muchos cuerpos de santos que estaban muertos resucitaron y, saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Jesús, entraron en la ciudad santa y se aparecieron a muchos. El centurión, por su parte, y los que con él estaban custodiando a Jesús, al ver el terremoto y las cosas que ocurrían, tuvieron mucho miedo y exclamaron: ‘Verdaderamente éste era el hijo de Dios’”. (Mateo 27, 50-55).
Es el episodio más representado en la historia del arte: la crucifixión de un judío llamado Jesús de Nazaret que hoy es venerado por millones de personas en todo el mundo como el Hijo de Dios. ¿Cuáles fueron las verdaderas circunstancias de su muerte? ¿Resucitó entre los muertos o simplemente fue capaz de sobrevivir al calvario de su crucifixión y, tras fingir su muerte, se presentó como un mesías resucitado?
DEL EMPALAMIENTO A LA CRUCIFIXIÓN
La pena de la crucifixión probablemente se remonte a la Mesopotamia de babilonios y asirios, y puede tener su origen en la práctica del empalamiento, donde la persona era atravesada (desde el costado, el recto o la boca) por una estaca que permanecía vertical; un método de ejecución que ya es descrito (siglo V a.C.)– que ordenó una de las primeras ejecuciones masivas por este tipo de empalamiento, sentenciando a tres mil hombres durante la conquista de Babilonia.