ZACATECAS SARABIA Y LAS PALMAS HUELEN A SANGRE
JEREZ, ZAC.— Del pueblo alegre y trabajador dedicado al cultivo de durazno y a la ganadería sólo quedan de la comunidad de Sarabia las historias de dolor y de tragedia de su gente, que desde hace un año vive en casas prestadas o rentadas en la cabecera municipal, sin trabajo ni sustento seguro, con mucho miedo. Sarabia se quedó deshabitada.
“Estamos tirados, sin tierras, viviendo de arrimados”, dice Cecilia, una joven madre de familia.
“Vivimos de caridad, el que tiene hijos en Estados Unidos le ayudan, pero los que no tenemos nada y nos dejaron en nada, ¿cómo le hacemos?”, lamenta don Ángel, uno de los campesinos de esa localidad de Jerez.
Los nombres son ficticios por su seguridad; no así los horrores que narran los pobladores de Sarabia y Palmas Altas, quienes viven en calidad de desplazados junto con sus vecinos de otras 16 comunidades serranas del municipio, ubicado a 54 kilómetros de la ciudad de Zacatecas.
Más de un año tardó la respuesta del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a sus peticiones de ayuda: la reacción llegó hasta que los desplazados llevaron sus reclamos a las puertas de Palacio Nacional. Militares y agentes de la Guardia Nacional llegaron el lunes 14 a Sarabia y las otras 17 comunidades con el fin de recuperar el territorio hasta ahora controlado y disputado por los grupos delictivos.
No obstante, el
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