El iceberg
El 15 de abril de 1912 el Titanic, el barco de pasajeros británico más grande y poderoso construido hasta entonces, se estrelló en su viaje inaugural contra un iceberg en el océano Atlántico. La tragedia, que aún en nuestros días suscita asombro, se debió al desprecio por los icebergs, esos inmensos bloques de hielo que se desprenden de los glaciares y se desplazan hacia las latitudes medias de los mares.
El capitán del , Edward John Smith, sabía que transitaba una zona plagada de ellos pero no les dio eran meros escollos, cuya peligrosidad no afectaba a esos barcos monstruosos. La historia, como la de la embarcación alemana , que en 1907 chocó contra uno, logrando mantenerse a flote y concluir su viaje, parecía no sólo confirmarlo sino convertir la premisa en un acto de fe. Lo dijo poco antes de la trágica travesía el capitán del : “No puedo imaginarme ninguna condición que cause el naufragio de un barco. La construcción moderna de buques ha ido más allá de ello”.
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