NADIE SE QUITA LA VIDA PORQUE QUIERE
Yo no quería quitarme la vida. Quería dejar de sufrir”. Ese era el único pensamiento que Javier Martín tenía en la cabeza el día en que decidió suicidarse, hace diez años. “Llevaba una vida estable, era feliz con mi pareja, tenía muchos amigos, trabajaba en lo que me gusta, ganaba dinero…”, recuerda. Entonces, un 24 de diciembre, sufrió un brote de trastorno bipolar. “Empecé a ver la realidad muy distorsionada, toda mi percepción cambió. Después de la fase maniaca, entré en una depresión, que recuerdo como el peor momento de mi vida. Lo veía todo negro, cualquier problema cotidiano me parecía insalvable. Es un sentimiento de sufrimiento tan profundo que crees que no vas a poder salir”, cuenta a Muy Interesante este actor, que a finales de los 1990 se hizo popular como copresentador del programa de televisión Caiga quien caiga. Tras haberlo mantenido en secreto durante años, sintió la necesidad de contarlo y hoy colabora en su prevención con la Asociación La Barandilla. ¿Un mensaje para quien pueda verse en la misma situación? Martín lo tiene claro: “Esa sensación de que no puedes salir de ahí no es verdad. Todos los problemas son transitorios. Hay que tener paciencia, confiar en el psicólogo o el psiquiatra, pero se puede salir”.
Y es que el suicidio es precisamente eso, “un intento de escapar a un sufrimiento insoportable. Nadie se suicidaría si estuviera bien en ese momento”, apunta el psiquiatra Luis de Rivera, director del Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática de Madrid. Lo mismo opina Andoni Anseán, presidente de la Sociedad Española
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