CEREBRO
A UN EXTRAÑO debo de parecerle un pulpo enloquecido, con mis apéndices nerviosos pisando el pedal del hi-hat y golpeando la caja cuando deberían estar haciendo otra cosa. Pero para mi profesor de batería soy uno de los muchos aficionados a los que ha guiado a través de un ritmo legendario de la música pop: la introducción de 50 Ways to Leave Your Lover, de Paul Simon, interpretada por el bateria Steve Gadd. Y para un neurólogo que estudia los efectos de la música en el cerebro yo sería algo totalmente distinto: un hombre de mediana edad haciendo el equivalente a un workout total body para su materia gris.
No es una hipérbole. Durante las dos últimas décadas, médicos y científicos han reunido evidencias que demuestran rotundamente que tocar música hace que el cerebro funcione mejor. Desde la Universidad de California en San Francisco hasta la Northwestern, pasando por la de Florida Central y la Pitt, los resultados son tan consistentes como complejos nuestros cerebros. Los
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