El puntoG no existe
Érase una vez, esa vez inició en 1982, en que había sexo. Luego, de repente, hubo sexo. ¿La diferencia? Una pequeña protuberancia de media pulgada en la pared superior de la vagina. Los científicos –revistas, libros, empresas de juguetes sexuales, películas, series, tu roomie y tu profesor de educación sexual-informaron que era una clave universal para el misterioso orgasmo femenino. Y así comenzó la época en que podías decir: “Me ha dejado alucinada” a tus amigas en el brunch.
¿Era de tres pulgadas de ancho? ¿Más abajo, cerca de la vulva? ¿Resbaladizo en lugar de rugoso? ¿Un poco suave al tacto? Lo que sea, lo era. Y vaya si todas nos esforzamos por encontrar el nuestro. En 1982, Cosmo decía a las mujeres que lo buscaran “en cuclillas” para que fuera más fácil “meter uno o dos dedos dentro de la vagina” y hacer el movimiento de “ven aquí”. Una búsqueda en Google en 2020 arroja miles de mapas de carreteras: “¿Dónde está el punto G?” (se ha buscado más veces que Michael Jordan). Incluso, ese chico tan guapo con el que te acostaste en la universidad intentó más de una maniobra para encontrarlo, pero obtuvo un éxito medio.
Aunque no debe importar, porque el del punto G está en auge: vibradores para el punto G, preservativos para el
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