El Dr. C y la vergüenza escondida
DURANTE AÑOS, CADA VEZ que Alan Ash se quitaba la camisa en su propia casa, primero se aseguraba de que las persianas estuvieran cerradas. Si no estaban completamente selladas; incluso si una astilla de luz podía entrar a la casa, no se quitaba la camisa. Alan, de 38 años, vive a unos 45 minutos de Louisville, Kentucky. No es que hubiera muchos vecinos alrededor que pudieran echar un vistazo a las ventanas, pero Alan necesitaba estar seguro. Mientras tanto, su prometida, Rebecca, no tenía problemas para caminar desnuda por la casa. “Si alguien me ve, que así sea”, decía ella.
Alan hizo todo lo posible para no ser visto sin camisa. Había tenido otras relaciones serias antes de comenzar a salir con Rebecca a los 31 años, pero nunca se sintió cómodo con que esas mujeres lo vieran sin camisa, incluso en los momentos más íntimos. Rebecca fue la primera que pudo verlo por completo, me dijo.
Cuando era un niño, en ocasiones otros niños se burlaban de él por su apariencia cuando se quitaba la camisa: “pero no dejé que eso durara demasiado”, dice. Era un niño grande, con 1.88 m de estatura y 97 kilos de peso. Sus compañeros de clase aprendieron a no meterse con él. También recurrió a burlarse de sí mismo para neutralizar los posibles ataques. Y descubrió cómo ocultar su condición, o al menos engañarse a sí mismo al pensar que la estaba ocultando. Llevaba dos o tres camisas XXL a la vez, incluso en pleno verano, por lo que cubrían su figura como pesadas cortinas. Caminaba con los hombros encorvados hacia adelante. En los restaurantes, siempre se sentaba en la parte de atrás para que menos personas pasaran y posiblemente lo miraran y se rieran.
Alan tenía ginecomastia. Senos de hombre.
La ginecomastia, como se le llama entre las personas que hablan abiertamente al respecto, es una afección fisiológica real: una proliferación de tejido mamario, no sólo una distribución incómoda de grasa, causada por un exceso de estrógeno en relación con la testosterona. Millones de hombres tienen ginecomastia, al menos el 30 por ciento de la población masculina se verá afectada en su vida, pero es imposible ser mucho más específico que eso, porque la mayoría de las personas que lo tienen no lo
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