ESPAÑA, DESTINO NAZI
En España había nazis desde antes de que Hitler llegara al poder. A comienzos de los años treinta, la comunidad alemana que residía en el país rondaba las treinta mil personas. Y una parte de ella, particularmente los más jóvenes, se mostraba partidaria de la formación liderada por Hitler. A pesar de estar prohibido por el gobierno de la República, se calcula que antes de la Guerra Civil existían en España unos cinco mil afiliados al partido nazi. Entre la derecha española también había simpatías hacia el nacionalsocialismo. Y no solo entre los más afines ideológicamente, como los falangistas. José María Gil-Robles, líder del conservador CEDA, partido que ganó las elecciones en 1933, asistió al Congreso de Núremberg ese mismo año.
Tras el golpe de Estado de 1936, el vínculo entre España y la Alemania nazi se estrechó. Hitler decidió implicarse en la guerra española ayudando al bando sublevado. A través de la intermediación de Johannes Bernhardt, un empresario nazi establecido en el Marruecos español, el gobierno alemán proporcionó apoyo militar, fundamentalmente aéreo, a las tropas de Franco. Esta ayuda, unida a la italiana, resultó decisiva para la victoria del bando franquista. Pero no fue gratis. Aunque Hitler tenía motivos ideológicos para respaldar al dictador español, su ayuda no fue un acto desinteresado de solidaridad fascista, sino una decisión en la que primaron los intereses económicos y estratégicos de Alemania.
A cambio de esa contribución, valorada en unos trescientos setenta y dos millones de marcos, el gobierno alemán se aseguró el control futuro de una parte de las materias primas españolas.
