CON LAS MANOS EN LA MASA
Tuvo su época de bonanza, pero la apertura de importaciones de Alfredo Martínez de Hoz comenzó a darle el golpe de gracia a la compañía familiar. Ignacio Noel, tataranieto de Carlos, tenía poco más de 20 años cuando “desguazaron” –tal como supo definir– la empresa y vendieron sus marcas.
Ahora, como si el destino (o su propia vocación) le diera una nueva oportunidad, Noel torció la suerte de Morixe Hermanos, centenaria marca de harina que se encontraba al borde de la quiebra. La compró en 2017, dos ejercicios después logró pintar de azul los resultados por primera vez en ocho años, y en 2020 se transformó en la acción del año con una suba del 241,1%, superando a Rigolleau (121,8%) y Mirgor (118,6%).
El boom del pan casero y la cocina hogareña de la cuarentena en 2020 encontró a la compañía con una inversión recién estrenada en febrero de ese año para triplicar su producción de paquetes de harina de 1 kilo. Esto compensó la caída en otros rubros como harina granel –25 kilos– y papas prefritas congeladas. En tanto, sumó pastas secas, galletitas tipo crackers, harina integral y aceite de girasol a su portfolio, que ya contaba con pan rallado, aceite de oliva, aceitunas, aceto balsámico, polenta, puré de papas y harina de maíz.
“Digamos que se combinó una situación imprevista con una inversión decidida un año antes. Hubo momentos en que estábamos trabajando a triple turno prácticamente los siete días de
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos