SENTADO
La semana anterior, su colega Richard Branson lanzó una carrera espacial multimillonaria. Algunas personas lo interpretaron como un acto de innovación y ambición, otras vieron ego y soberbia. Dell vio… una oportunidad. “Les estamos vendiendo a muchas empresas espaciales emergentes –dice–. No se pueden realizar esas hazañas de ingeniería sin tener una capacidad increíble de procesamiento y una gran cantidad de datos e inteligencia artificial”.
Durante casi toda la última década, Dell no hizo declaraciones públicas porque se sentía amordazado por las negociaciones de adquisición, porque no le interesaba estar en primer plano o por ambas razones. Dejó que las actividades de la empresa hablaran por sí mismas. Hace nueve años, Silicon Valley y Wall Street daban por perdida a Dell, la persona y la empresa, ya que estaban atados al mercado de la PC que en ese momento estaba colapsando. Todos pensaban que estaba en camino a la misma irrelevancia tecnológica de la Palm o el BlackBerry. Sin embargo, Dell vislumbró una oportunidad y convenció a la empresa de capital de riesgo privado Silver Lake y a su codirector multimillonario, Egon Durban, de que lo ayudaran a esquivar el cinismo público transformándola en una empresa privada por US$ 24.900 millones en 2013. Se trató de la compra financiada por terceros más cara de la historia de la industria de tecnología. Tres años más tarde, Dell y Durban recaudaron US$ 67 millones para orquestar la adquisición del gigante de infraestructura informática EMC. En total, Dell obtuvo un apalancamiento de US$ 70.000 millones para su imperio, arrastrando una deuda nunca vista en el mundo corporativo.
Los resultados son impresionantes. Los autos, las telcos, las redes eléctricas, los hospitales y las redes logísticas se digitalizaron y producen datos que tienen que ser administrados y almacenados. Dell es el proveedor de infraestructura más grande del mundo para esta actividad. “La cantidad de datos que se están generando en el mundo es increíble –afirma Dell–. Se está duplicando cada siete u ocho meses”.
Dell Technologies vale US$ 75.000 millones, cuatro veces más que antes de convertirse en empresa privada. Gracias a aquel apalancamiento financiero,
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