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Ayuno, ¿sí o no?

Si quieres, puedes, me repetía a mí misma. Para alguien como yo (sin experiencia con las dietas y con buen apetito durante mis 35 años de vida), enfrentarse a una semana sin masticar era un desafío. Pero cuando surgió la oportunidad de viajar a la reputada clínica de ayuno Buchinger Wilhelmi, en Marbella, no me lo pensé dos veces. Me sobraban las ganas de ponerme a prueba y la curiosidad por saber más sobre un método que aplauden celebs como Elsa Pataky o Ariadne Artines, y que suma adeptos cada día. Un estudio reciente de la Universidad de Valencia revela que, en la última década, las búsquedas en Google de «ayuno intermitente» han crecido de manera exponencial, mientras que las consultas sobre la dieta mediterránea han caído estrepitosamente.

Primera parada: preparar la mente

Al comenzar mi viaje valoré si de chocolate en la maleta. No es lo mismo enfrentarse al ayuno intermitente (de corta duración), que lanzarte a uno de diez días como iba a hacer yo. Con él, se alcanza «otra dimensión, más espiritual», según la que me acompaña durante toda la estancia, el libro , de la doctora Françoise Wilhelmi de Toledo, directora científica de la clínica, y quien afirma que «en situación de ayuno, cuando ningún alimento procede del exterior, el metabolismo pone en marcha el programa de alimentación interior». José Manuel García-Verdugo, director médico del centro, me dibuja un croquis para que entienda qué ocurre en nuestro organismo al ayunar. «El cerebro necesita glucosa–azúcar–para funcionar. Si dejas de tomar alimentos, existe una reserva llamada glucógeno, nuestro , que se acumula en el hígado y en los músculos. Un combustible del que podemos tirar entre 12 y 24 horas», me aclara. A partir de ahí, el cuerpo puede quemar sus propias grasas y proteínas, transformándolas en glucosa, el alimento para el cerebro. «Es el proceso de gluconeogénesis: al convertir la grasa en azúcar, producimos unas basuras metabólicas, la acetona y los cuerpos cetónicos, que hacen que no tengamos hambre. Se llama estado de cetosis», dice García-Verdugo. Este proceso de autofagia ocurre al ayunar al menos 14 horas. Así, creyendo firmemente que yo sí voy a pasar hambre, supero mi primer día, el de preparación, en el que sólo tomo 600 calorías en forma de arroz con verduras. Una terapia de choque tras los huevos con chistorra que me zampé la noche anterior para asimilar lo que venía: sólo líquidos. ¿Un Olvida los homenajes previos al ayuno. «Tres días antes, toma arroz, fruta o verdura. Son muy diuréticos y te ayudarán con la purga», sugiere el doctor, que también recomienda hacerla tras días de excesos.

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