MARLENE DIETRICH LA MUJER TRANSGRESORA
MARIE MAGDA-LENE DIETRICH NACIÓ EL 27 DE DICIEMBRE DE 1901 EN UN SUBURBIO A LAS AFUERAS DE BERLÍN LLA- MADO SCHÖNEBERG. Allí se habían trasladado a vivir sus padres cuando se casaron, tres años antes. Louise Erich Otto Dietrich era un teniente de policía que se había casado con una mujer ocho años más joven que él. Elisabeth Josephine Felsing tenía entonces veintidós años y pertenecía a una rica familia de larga tradición relojera. Cuando Josephine comunicó a su familia que iba a casarse con Otto, la decisión no fue recibida con aplausos. Una saga de relojeros y joyeros que servían a las altas esferas del poder, incluyendo a la esposa del káiser, no veían con buenos ojos que Josephine se uniera a un simple policía del que, por otro lado, no parecía estar demasiado enamorada. Era más el miedo a quedarse soltera lo que impulsó a Josephine a escoger a Otto.
Instalados en Schöneberg, pronto llegaron sus dos hijas. La mayor, Ottilie Josephine Elisabeth, nació en febrero de 1900, aunque todos la conocían como “Liesel”. Un año después llegaba Marie Magdalene. La infancia de las dos niñas Dietrich transcurrió entre mudanzas. El sueldo de Otto no les permitía mantener una vida de lujos y en aquellos primeros años de vida de Marie Magdalene se cambiaron de casa varias veces. Otto no fue un padre cariñoso ni un ejemplo a seguir. Parece ser que ya entonces vivía alejado de su esposa y sus hijas y tenía relaciones extramatrimoniales. En 1908, cuando Marie Magdalene tenía solo siete años, su padre falleció. A partir de entonces, Josephine tomó las riendas de su vida y de la educación de sus pequeñas. Se afanó por encontrar las mejores gobernantas que educaran de manera exquisita a sus dos hijas, mientras ella les transmitía unos valores basados en la disciplina y el orden. Marie Magdalene la llamaba cariñosamente “un buen general”. A pesar de que la pequeña Dietrich no encajaría tan bien en las estrictas normas de su madre como lo hiciera Liesl, parte de su educación marcaría su personalidad.
La estricta educación doméstica dio sus frutos y para cuando Marie Magdalene empezó a estudiar en un colegio ya había aprendido alemán, francés y un poco de inglés. Su vida escolar no fue, sin embargo, una etapa feliz en su vida. Tímida y sin muchos amigos, sus conocimientos precoces le hacían sentirse como un bicho raro entre el resto de alumnos y no soportaba destacar. Sin embargo, cuando empezó a asistir a clases de música sintió un gran alivio. Las lecciones de piano, violín, laúd y canto eran para ella momentos fue un soplo de aire fresco en las aburridas jornadas escolares.
