BESOS DE CINE Y SALUD… ¡CON BUEN ALIENTO! (Υ││)
Si la causa está en la boca
¿A quién no le encantan el ajo o la cebolla crudos? ¿Eres un enamorado de pimientos y rábanos picantes? ¿Fumas? ¿Bebes café o alcohol? Es fácil que en ocasiones el aliento te delate, aunque no te des cuenta.
La cosa se complica si, a pesar de llevar una alimentación sana, el mal aliento persiste. Y si no se soluciona con una mayor limpieza e higiene bucal, es probable que se deba a malas digestiones, acidificación, ansiedad y estados nerviosos, falta de ejercicio… Y, aunque no reparemos en ello, los buenos amigos o familiares, si tienen la suficiente confianza, nos aconsejarán enfrentarlo. Es realmente difícil autodiagnosticarse, dado que estamos acostumbrados a nuestros propios olores, e incluso la pareja, si sintoniza mucho con la persona que la padece, puede no reconocer el mal aliento.
Deberíamos perdonar en parte a los alimentos injustamente condenados, como el ajo, la col, el brócoli, el rábano picante, la cebolla cruda, las coles de Bruselas, los pimientos, los huevos (y por descontado, la carne y el pescado en quienes los coman), que contribuyen a potenciar el mal aliento, pero no causan la halitosis directamente.
Se considera que cerca del 90% de los casos de mal aliento obedecen a una causa oral. Hasta la boca más limpia tiene millones de bacterias potencialmente patógenas que, si hallan las condiciones apropiadas para desarrollarse, descomponen las partículas de alimentos y otros residuos presentes en la boca, emitiendo todas aquellas sustancias malolientes que vimos en el número anterior: ácido sulfídrico, metilmercaptano, dimetilsulfuro, cadaverina, putrescinas, escatol, indol…
Algunos ejemplos
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos