CÓMO FORTALECER LA FUERZA DIGESTIVA
Vamos a empezar por describir cual es su estructura, su función física y energética.
El aparato digestivo anatómicamente consta de boca, esófago, estómago, intestino delgado e intestino grueso, además de las glándulas anejas, hígado, vesícula biliar y páncreas.
Nada más introducimos el primer bocado en la boca, se pone en marcha el proceso digestivo, pues los hidratos de carbono se digieren en la boca por acción de la saliva. Es bueno recordar que hemos de masticar muy concienzudamente, pues el estómago no tiene muelas y es en él donde tiene lugar la digestión de las proteínas gracias al ácido clorhídrico.
Es de vital importancia usar con sabiduría las grasas pues es en el duodeno, con la ayuda de la bilis y el jugo pancreático, donde se metabolizan. Cuando hacemos un uso desmedido o mal uso de las grasas empiezan las disfunciones de estos órganos.
Si vamos mas allá del funcionamiento anatómico del aparato digestivo y observamos el aspecto energético, comprendemos que es necesario el calor interno, primero porque somos animales de sangre caliente y, en segundo lugar, porque para que se activen los procesos metabólicos es imprescindible el calor.
En cualquier actividad que realizamos los humanos —como el deporte por ejemplo—, hemos de llevar a cabo un calentamiento previo a la acción, como sucede incluso con algunos aparatos mecánicos. Es por tanto vital tonificar el aparato digestivo de modo que pueda hacer la digestión fluidamente. Muchas veces de manera intuitiva, las personas que tienen problemas digestivos o digestiones lentas o dolorosas, se cubren la zona abdominal con una manta, con un cojín o se aplican las manos sobre la zona del estómago para protegerse y aplicarse calor. Los alimentos que enfrían o de naturaleza enfriante, perjudican la digestión y pueden terminar con la fuerza digestiva. Por otro lado, los alimentos con naturaleza muy expansiva no van
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