CUATRO OROS
DESPUÉS, DIRÍA QUE “NO TENÍA NADA QUE PERDER”… … puesto que ya había ganado tres oros olímpicos. Sin embargo, a un nivel más profundo, sabía que tres no eran suficientes. Si no se hubiera aferrado a la idea de hacerse con el cuarto oro, Lasse Virén ahora no sería más que un simple nombre del pasado vagamente recordado: un talentoso finlandés cuyas victorias en los 5.000 m y los 10.000 m de Múnich en el año 1972 le hicieron ganarse un hueco en la actual lista de los siete grandes hombres que se han hecho con la doble distancia olímpica. De haberse conformado, habría sido solo parte de la respuesta a una pregunta de concurso (Kolehmainen, Zátopek, Kuts, Virén, Yifter, Bekele, Farah) y no habría llegado a convertirse en el único aspirante al título de ‘mejor de todos los tiempos’.
Virén sí que se aferró en una carrera épica y agonizante de 5.000 m solo cuatro días después de conservar su título olímpico en 10.000 m. Y así consiguió un doble doble entonces sin precedentes. La victoria de Virén en el Estadio Olímpico de Montreal el 30 de julio de 1976 es uno de los mejores momentos que se recuerda de toda la historia de los Juegos. La carrera de ese día fue un drama de 13 minutos y pico, que confirma que los 5.000 m siguen siendo, posiblemente, la prueba más completa del arte de correr. Al ver esa final hoy en YouTube, admiro la resistencia, la velocidad, la inteligencia y el valor que saltan a la vista. Y cuando Virén aumenta el ritmo en las últimas vueltas, tengo que recordarme a mí mismo que he de respirar, exactamente igual que me sucedió de adolescente cuando lo vi en un televisor en blanco y negro. La diferencia es que, ahora, lo que quiero es que gane.
Sin embargo, en aquel momento, mucha gente lo que deseaba era lo contrario.
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