ASÍ SE FORJÓ LA LEYENDA
EEL CHELSEA JUGABA FUERA CONTRA EL CRYSTAL PALACE. Lo recuerdo porque tuve una bronca con el jefe de Deportes de The Independent, el periódico donde trabajaba entonces. Él quería dedicar la contraportada a lo ocurrido en la Premier League, y yo estaba furioso porque ese espacio no se dedicara a la victoria más importante del más grande corredor de medio fondo de todos los tiempos.
El jefe de Deportes se salió con la suya. El interés de los lectores británicos con respecto a la última semana de los Juegos Olímpicos de Atenas se limitaba a las pruebas en las que la selección británica de atletismo tenía posibilidades de lograr medalla. Quizá tuvieran razón, pero a mí me parecía un desprecio bochornoso.
Dieciséis años después sigo pensando que se equivocaron. Fue una carrera con emoción, tensión, táctica y coraje: había dos rivales que habían alcanzado sendos récords históricos en la distancia de la milla, hubo un final de infarto y la historia tenía un trasfondo humano que hacía que los pelos se te pusieran como escarpias. Era imposible que el deporte ofreciera un espectáculo mayor.
En un mundo en el que el atletismo no fuera el pariente pobre del fútbol, el mero hecho de que Hicham El Guerrouj participara en una carrera habría garantizado que esta se convirtiera en el evento estrella. Y es que durante ocho años no solo había dominado esta distancia, sino que había redefinido sus límites. Había sido campeón del mundo cuatro veces y campeón del mundo indoor otras tres. Había logrado récords asombrosos en 1.500 metros, en la milla y en 2.000 metros (unos récords, por cierto, que siguen vigentes desde hace más de dos décadas). El único corredor de la milla que ejerció un dominio comparable fue Herb Elliott, que ganó el oro olímpico en Roma 1960, pero su hegemonía fue breve, de 1957 a 1961, tras
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