MÁS ALTO
EL HOMBRE QUE NARRA ESTA HISTORIA tiene 80 años y pronuncia estas palabras en la tienda de deportes que regenta en una bulliciosa calle del centro de Eldoret, en lo alto del Gran Valle del Rift keniata. No estamos hablando de un comercio que esté a la última ni que tenga las novedades de las grandes marcas, sino que se trata de un local humilde en el que destacan los trofeos que pueblan la estantería de la pared del fondo y una gran vitrina que duplica en tamaño al mostrador. Dentro de esta, dobladas y apiladas, podemos ver equipaciones escolares de rugby y camisetas de atletismo sin mangas.
Viste una camiseta amarilla y habla con tal suavidad que se hace complicado escucharle en medio del jolgorio de la calle. En cualquier caso, no deja de sonreír a medida que recuerda la historia que se esconde tras uno de los acontecimientos más especiales en los anales del olimpismo. “Sentía un dolor muy intenso”, arranca. “Ese fue el motivo por el cual me vine abajo durante los 10.000 m”.
“EL MÉDICO VINO A VERME POR LA MAÑANA Y ME DIJO ‘POR FAVOR, NO CORRAS. SI LO HACES, PUEDES MORIR’”
El propietario de la tienda, Kipchoge Keino, más conocido como Kip Keino, se encontraba a la cabeza de la final de los 10.000 m de los Juegos Olímpicos de 1968, en México, cuando, a falta de unas vueltas, comenzó a experimentar un terrible dolor en un
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