La jungla SUV
POR ENCIMA DE TODO, este es un Aston Martin. Si ha pagado 200 de los grandes, seguramente le importa más que un poco conducirlo, por lo que estará ansioso por presionar el brillante botón de encendido. El motor V8 de 4.0 litros biturbo de 550 CV se despierta con un estruendo y, en el momento en que arranca, aprecia la calidad de conducción absorbente y la fluidez de la dirección. El DBX respira por el camino con una flexibilidad y un flujo que los demás no pueden igualar. El diseño grueso del volante de Aston no está al nivel de la sensación que imparte, sorprendentemente delicada y precisa para un automóvil tan grande.
El abanico de virtudes del Aston es quizás su mayor logro: en el modo "GT", se paseará y cambiará a novena velocidad, apagando un banco de cilindros en un crucero tranquilo, pero el motor AMG ladra órdenes si apuñalas el acelerador. O pasa al modo "Sport" o "Sport+", forzando el despertar del escape activo. La distribución del par motor sesgada hacia atrás puede atraparte en mojado, especialmente en los neumáticos Pirelli P Zero con enfoque en el rendimiento. No es tan cómodo y silencioso
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