LA ESCRÓFULA Y LOS MONARCAS SANADORES El mal del REY
partir del siglo XI, las monarquías europeas fueron afianzándose. Se comenzó a institucionalizar el concepto dinástico –con anterioridad, el monarca era simplemente un hombre elegido entre los nobles–, se creó una infraestructura en torno a la corona y se empezó a articular un cuerpo jurídico que sostuviera la creencia de que el rey y su linaje eran depositarios de un poder derivado directamente de Dios. De ahí que, para sacralizar la figura del monarca, los soberanos de Francia e Inglaterra no fueran simplemente coronados sino ungidos, a imitación de la forma en que la Biblia relataba la unción de los reyes de Israel. Desde ese momento, el monarca se constituía en portador de la voluntad divina, identificaba su persona con la totalidad del reino y convertía su figura en la representación
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