NOHER ESCUCHA sus deseos
“Creo que, al menos en una parte, depende de cada uno cómo manejar el hecho de ser conocido. Uno puede ser un conocido con el que te cruzás cuando vas a comprar al chino”.
El sol del domingo, que abrió en la cuarentena una minúscula oportunidad de atisbar la primavera en Villa Ortúzar, hizo que a último momento Michel Noher propusiera retrasar el horario para el encuentro virtual. “Si querés hacer reír a Dios, contale tus planes” es una de sus frases de cabecera, al fin y al cabo. Y ahora que el sol ya se puso, mientras toma mate, cita el, la serie de producción española que lo puso en el mapa de la ficción ibérica a escala global. Ese recorrido comenzó en Bariloche, donde vivió entre los 4 y los 18 años, donde descubrió el cine, el rock y la radio, donde a los 15, ante el micrófono de , hacía un programa con el sugestivo título “. Michel se mudó a Buenos Aires para estudiar dirección cinematográfica y empezó a tomar clases de actuación con Agustín Alezzo, “pensando que sería útil para poder dirigir a actores”. Un verano en Humahuaca la vocación se le hizo evidente por primera vez. “Viajé para un seminario de actuación que se organizaba allí, al que llegaban actores y actrices de todo el país. Era algo muy hermoso, parecido a lo que pasaba con los recitales de Los Redondos: una multitud que llegaba en bloque a una ciudad y la transformaba con su presencia. En Humahuaca ocurrió algo muy mágico, doscientos o trescientos actores dando vueltas por todos lados le cambiaron el color al lugar. Ese clima tuvo que ver con lo que me pasó: allí, de pronto, descubrí que lo que quería era ser actor. Volví decidido a hacerlo, a como diera lugar. Sin duda, hasta ese momento había pesado el no querer dedicarme a lo mismo que mi viejo. Pero entonces me di cuenta de que mi deseo era mucho más grande que mi prejuicio”.
Estás leyendo una previsualización, suscríbete para leer más.
Comienza tus 30 días gratuitos