Primeros CONTACTOS
Cuando a finales del verano del año 218 a.C. el cónsul de Roma, Cneo Cornelio Escipión, desembarcó en la playa de Ampurias al frente de un ejército romano, no imaginaba que iba a realizar la conquista de un nuevo territorio, la península ibérica, ni menos aún la importancia que esta iba a tener durante varios siglos. La acción militar se enmarcaba dentro de la llamada Segunda Guerra Púnica y trataba de evitar que Aníbal–que había realizado la gesta de cruzar los Alpes e iniciar la fulminante campaña de victorias en Italia–siguiera recibiendo ayuda desde la retaguardia. El objetivo era cortar el apoyo que llegaba en forma de dinero, vituallas y tropas de mercenarios hispanos, reputados desde mucho tiempo atrás como fieros y eficaces combatientes.
TRAS LA MANO DURA DE AMÍLCAR, LAS ALIANZAS DE ASDRÚBAL
El desencadenante de los hechos había sido el ataque de Aníbal a Sagunto, ciudad de los edetanos y aliada de Roma por entonces, pero la historia venía de tiempo atrás. Ya a principios del siglo IV a.C., los cartagineses controlaban buena parte del territorio del sur peninsular, zona de la que obtenían grandes cantidades de plata y
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