ACABA CON EL DOLOR DE CADERA
EN REALIDAD LO DIJO DE UNA FORMA UN POCO MÁS SUAVE, pero esas fueron las opciones que me dio mi ortopeda el verano pasado. Casi un año antes, había empezado a sentir dolores agudos y punzantes en la ingle. Cuando corría, el dolor era insoportable y necesitaba parar, incluso al caminar. Dejé de correr seis meses y me centré en hacer un entrenamiento de resistencia para fortalecer caderas y core. Como no mejoraba, fui a fisioterapia tres meses, pero empeoró hasta transformarse en un dolor sordo y casi constante en la base de mi nalga izquierda.
En septiembre, una resonancia reveló que tenía un pinzamiento femoroacetabular (PFA), una deformidad en la articulación de la cadera que hace que los huesos rocen entre sí. Además, me había desgarrado el lábrum, el cartílago que recubre y protege la cavidad de la cadera. Fue entonces cuando me dieron el ultimátum.
“Pues o te operas, o dejas de correr…”
El mío no es un caso aislado. Los especialistas en medicina deportiva están observando un aumento en el número de jóvenes (tengo 33 años) que sufren dolor de cadera. Según una
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